Empalmados como la noche y el aullido Como la verdad y el silencio Como la costilla y su opresor Como la vida y la metáfora Como saberse sabido de nada Sólo la incompletud de
Amarillo perdido Claroscuro enemistado Oscuridad insignia No pecan de la mordida del miedo Pecan de la justeza de su deseo Anclado en el momento perfecto Ovulando contextos que se rompen
El no vidente que te arrulla no sabe ni sospecha que aquel placer no sabido en el espacio sin mirada en el desierto más oscuro es un diluvio terrenal absurdo
Una mujer onyrica descubre
su visagra alada siempre a la misma hora,
esa hora en la cual estallan
las tormentas del alma.
Quizás su enfermedad sea
un sentido trágico del romanticismo.
En su camino va intentando resucitar
el brillo de cada instante
en el devenir del tiempo.
Padeciendo el eterno retorno.
Incansablemente.